Si alguna vez has dudado sobre el poder de la energía solar como una tecnología transformadora, continúa leyendo.
Esta es la historia de como la energía que brinda el Sol muestra su poderío en el ambiente más difícil posible.
El mercado del que hablo es, quizás, el más puro ejemplo de capitalismo del planeta.
Aquí no hay subsidios gubernamentales. Tampoco nadie piensa sobre el cambio climático o cualquier otra consideración ética similar.
Esta historia se trata de emprendedores a pequeña escala que intentan conseguir beneficios. De como cultivadores afganos de opio se han cambiado a la energía solar y aumentado significativamente la oferta mundial de heroína.
Helicóptero sobre Helmand
Descubrí el primer panel solar mientras volaba en un helicóptero militar sobre los campos de opio en el valle de Helmand en Afganistán.
Si nunca has escuchado hablar sobre Helmand, debes saber que es la provincia más peligrosa de ese país.
De los 454 soldados británicos que murieron en el reciente conflicto de Afganistán, todos, menos cinco, perdieron sus vidas en Helmand.
En esta provincia se encuentra, además, el corazón de la región de opio más productiva del planeta.
La mayoría de ese opio es refinado hasta obtener heroína, una de las drogas más adictivas que existen.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), casi el 80% del opio afgano proviene del suroeste del país, donde se localiza la provincia de Helmand.
Allí se encuentran casi dos tercios de la oferta global.
Seguramente no es el tipo de lugar del cual uno esperaría que estuviese a la cabeza en los esfuerzos de disminuir la huella de carbono de la economía.
Sin embargo, tras divisar el primer panel solar, aparecieron más.
De hecho, parecía haber una colección de paneles solares en la esquina de la mayoría de complejos agrícolas. Eso fue en 2016.
Es ahora cuando la escala de la revolución de producción de heroína ha sido cuantificada.
Y es que yo no fui la única persona en percatarse del interés de los cultivadores afganos en las tecnologías bajas en carbono.
Evidencia desde el espacio
Richard Brittan está inclinado hacia su computadora dentro de un complejo industrial situado justo fuera de Guildford, en el sur de Inglaterra. Está revisando las últimas imágenes de satélites de Afganistán.
Brittan es un antiguo soldado británico cuya empresa, Alcis, se especializa en el análisis satelital de lo que él llama «entornos complejos».
Es un eufemismo para referirse a lugares peligrosos. Entre otras cosas, Brittan también es un experto en la industria de drogas de Afganistán.
Brittan acerca el zoom en una zona en los desiertos de Helmand. Hace unos años, allí no había nada. Ahora hay una granja rodeada de campos.
Se acerca un poco más y claramente se observan los complejos de paneles solares y una gran reserva de agua.
Un poco más a la derecha hay otra granja. Allí se repite el mismo patrón: una gran reserva y otro grupo de paneles solares.
Al navegar por las imágenes, la vista se repite una y otra vez a lo largo y ancho de toda la región.
«Así se cultiva actualmente la flor de opio», me cuenta Brittan. «Perforan unos 100 metros en el suelo hasta llegar al agua subterránea, colocan una bomba eléctrica y la conectan a unos pocos paneles solares y el agua comienza a fluir».
La adopción de esta nueva tecnología fue muy rápida.
El primer reporte de una granja afgana utilizando energía solar data de 2013.
Al año siguiente, comerciantes comenzaron a almacenar paneles solares en Laškar Gāh, la capital de Helmand.
Desde entonces, el crecimiento ha sido exponencial. El número de solares paneles instalados en la granja se ha duplicado cada año.
En 2019, el equipo de Brittan contó 67.000 complejos de estos dispositivos en el valle de Helmand.
En el mercado de Laškar Gāh, se pueden ver apilados formando torres aletas.

Es fácil comprender por qué la venta de paneles solares ha sido tan vigorosa. La energía provista por el Sol ha transformado la productividad agrícola de la región.
Hace un par de semanas, filmé una granja de opio situada en lo que solía ser un desierto.
El granjero nos enseñó sus dos complejos de 18 paneles solares. Ambos alimentan las dos bombas eléctricas que usa para llenar un gran depósito.
A través de un pequeño canal, emplea el agua para irrigar sus cultivos. Alrededor, los campos están floreciendo.
El granjero sembró su cosecha de opio en mayo y ahora está cultivando tomates.
«La energía solar ha cambiado todo para esos productores», afirma el experto David Mansfield mientras vemos el video.
Mansfield ha estado estudiando la producción de opio de Afganistán por más de 25 años. Dice que la introducción de la energía solar es, de lejos, el cambio tecnológico más significativo que ha visto en todos sus años de estudio.
Comprar petróleo para alimentar las bombas de agua en las granjas solía ser el mayor gasto de los productores.
«Y no solo por los costos. El petróleo que llega a estas zonas está tan adulterado que las bombas y generadores se estropean constantemente. Era un problema enorme para los cultivadores», dice Mansfield.
Ahora es muy distinto. Por un pago inicial de US$5.000 pueden comprar un conjunto de paneles solares y una bomba eléctrica. Una vez se instalan, virtualmente se acaban los costos.